domingo, 25 de septiembre de 2011

Clandestinamente habituada


¿Hay algún remedio mágico? No sé, y quizás no llegue a saberlo nunca pero no pienso estancarme cada vez que me ocurra.
Decidido, la próxima vez haré lo mismo, mirar al dilema cara a calva (porque en estos casos se aconseja crecerse ante las adversidades y mirarlas desde arriba) deambularé un poco en este banco que resulta el icono perfecto para tomar decisiones y mientras hago ejercicios de contorsionismo mi mente me dictará lo que debo elegir.
Así pues:
- De frente: me acuesto y recuento ovejitas hasta que la última esté recogida en el corral, una vez conseguido las contaré de nuevo porque me distraje durante un segundo (pasaron una o dos, una estoy segura aunque quizás fueron dos)
- De espaldas: no voy a forzar el sueño el vendrá cuando Morfeo esté listo para llevarme en brazos y cantarme una nana. Si, suele ocurrir demasiado tarde pero no necesito que todas las horas de sueño sean de noche.
- Tumbada: andaré inquieta de aquí para allá al fin y al cabo esto es nuevo para mi, cogeré la mejor postura y el peor libro que encuentre cuando el autor me haya decepcionado lo suficiente pondré la alarma y apagaré la luz, mañana seguro que me levanto, seguro...

No hay comentarios:

Publicar un comentario