miércoles, 16 de marzo de 2011

Memorias: Suiza


Como cada mañana después de su merecido tazón de cereales se dirigió al patio trasero para asegurarse de que el jardín seguía armoniosamente dispuesto. Se acicaló.
De repente captó un movimiento, bueno mas bien fue un olor lo que hizo que se dirigiera con mas cautela para meter sus entrometidos bigotes en la parcela del vecino. Expectante.
Cuatro jóvenes se dedicaban a investigar cada losa allí puesta, había algo demasiado raro en ellos aparte de que parecían congelados a pesar de que su figura estaba bastante abultada a causa de las capas de abrigo. Pobres humanos.
Pero no era eso, no. Por mucho que se empeña en descifrar lo que decían no conseguía entenderlos, cosa que a ellos no parecía importarles pues no dejaban letrero atrás sin leerlo antes detenidamente. Extranjeros.
¿Extranjeros? Oh si , extranjeros! como no se había dado cuenta antes. Quizás sus cartas habían viajado tanto, quizás habían venido a por él, quizás ya podría volver a verlo...
El día era frío y ellos sureños no van a aguantar aquí todo el día así que se dio toda la prisa que sus patitas molliditas y ágiles le permitieron. Poco a poco.
Los siguió con cautela primero desde una distancia prudente pero luego se fue dejando seducir por la muchacha que parecía haberle reconocido y quería a toda costa que no se lo pensara más. Las otras lo miraban con cierto desdén no terminaban de fiarse pero no se oponían a que se acercara cada vez más. Solo él.
El único chico estaba distraído en su bocadillo, demasiada hambre ¿eh? algo tenía que le llamaba mucho la atención, ¿ será él? Cuando se fue me dijeron que había cambiado mucho que la próxima vez que lo viese él no me reconocería. ¿Pero esos bigotes? ¿son los suyos? Si si si si si, definitivamente es él me acercaré a acariciarlo como antiguamente.Por fin.

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